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23abr2014

El optimismo como competencia esencial para el ciudadano del Siglo XXI

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Decíamos hace unos días que una de las características de las denominadas generaciones Z era el realismo optimista: viven a diario entre amalgamas de informaciones sobre corrupción, terrorismo, acoso y otras formas de violencia, pero tienen entre las manos herramientas potentes para cambiar muchas cosas. Para que sean creativos a la hora de cambiar las cosas, para que se conviertan en los superhéroes que necesitamos, deben saber que el cambio es posible, reforzar el optimismo que ha de se la fuerza motriz de su creatividad y acción. Diversos artículos y estudios refuerzan la necesidad de considerar este optimismo, la esperanza que le acompaña, como competencias fundamentales, de imprescindible inclusión en los sistemas educativos que andamos reinventando.

Por Dolors Dreig

 

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El tema va mucho más allá del consejo, de la buena voluntad, resultando respaldado por 20 años de investigación desde la psicología positiva. Esta nos demuestra que estamos hablando, más allá de un rasgo de personalidad, de una habilidad que se puede enseñar y aprender. Nuestras creencias y objetivos para el futuro son elementos básicos de nuestro bienestar y el de los que nos rodean, correlacionando con el aprendizaje, los logros, la construcción de relaciones más positivas, la salud y la satisfacción general con la vida.
Son muchas las investigaciones que afirman que los estudiantes esperanzados obtienen mejores resultados en la escuela y la vida en general:
 

  •     La esperanza correlaciona positivamente con la competencia y el valor de uno mismo autopercibidos (Marques, Pais-Ribeiro, & Lopez, 2009) y negativamente con síntomas de depresión (Snyder, Hoza, et al., 1997).
  •     Los estudiantes esperanzados son más optimistas (Snyder, Hoza, et al., 1997), desarrollan más objetivos vitales y se perciben a sí mismos como capaces de resolver cualquier problema. (Snyder, Hoza, et al., 1997).
  •     La esperanza ser relaciona con satisfacción vital y bienestar general (e.g., Gilman, Dooley, & Florell, 2006).
  •     La esperanza se relaciona positivamente incluso con el correcto seguimiento de tratamientos médicos, por ejemplo en el caso de niños con asma (Berg, Rapoff, Snyder, & Belmont, 2007).
  •     La esperanza predice mejores resultados académicos. (Marques, Pais-Ribeiro, & Lopez, 2011) (Snyder, Hoza, et al., 1997), incluso por encima de la inteligencia general (e.g., Snyder, Cheavens, & Sympson, 1997), las notas previas (e.g., Gallagher & Lopez, 2008; Snyder et al., 1991; Snyder et al., 2002), la autoestima (Snyder et al., 2002), la personalidad (Day, Hanson, Maltby, Proctor, & Wood, 2010), o las notas de entrada en determinadas etapas académicas (Gallagher & Lopez, 2008; Snyder et al., 2002).
  •     La esperanza correlaciona con mejor rendimiento deportivo (e.g., Curry, Maniar, Sondag, & Sandstedt, 1999), incluso por encima de capacidades atléticas naturales.
  •     Niveles elevados de esperanza correlacionan en positivo con la competencia social (Barnum, Snyder, Rapoff, Mani, & Thompson, 1998), el placer de conocer a otros, el disfrute de las interacciones con los demás (Snyder, Hoza, et al., 1997), y el interés en los objetivos de los demás (Snyder, Cheavens, & Sympson, 1997)

 

optimismo

 

Algunas de las características del optimismo, reflejadas en el gráfico que encuentro en User generated education  son las siguientes, que me ha parecido interesante relacionar con lo que podría hacerse en educación para potenciarlas:

  •     Visiones positivas sobre el futuro: Estudios prospectivos como los que predicen grandes avances en medicina gracias al análisis de grandes cantidades de datos (big data), perspectivas que apuestan por un ser humano cognitivamente aumentado a través de dispositivos (con las Google glasses como estandarte) o los estudios que muestran un descenso histórico de la violencia resultan temas de estudio interesantes para reforzar la confianza en el mundo mejor que nuestros jóvenes habrán de construir.Asimismo, contar a los estudiantes o recomendar libros sobre historias de éxito de sus iguales será algo positivo. Los científicos han demostrado que los estudiantes esperanzados mantienen buena memoria de este tipo de casos, recordándolos cuando se enfrentan a obstáculos.

 

  •     Actitud de empoderamiento: pensar que se puede, la sensación de autoeficacia, es el primer paso hacia la consecución de logros. En este sentido resulta interesante hacer ver a nuestros jóvenes que “son la generación que estábamos esperando”, que gozan de unas tecnologías que les empoderan como nunca antes y que viven en sociedades, aunque a veces no lo parezca, más igualitarias, con más oportunidades para todos que nunca antes.

 

  •     Control de sí mismos, libertad de ser uno mismo (“Personal Agency”): En el mismo sentido que comentábamos antes es importante abrazar las nuevas perspectivas en educación que apuestan por la diversidad, por potenciar aquello que hace único a cada ser humano. Hemos hablado a menudo de cómo coincide la cultura pop con los discursos de iconos en educación como Ken Robinson: la educación debe dejar que se desarrolle aquello que hace único a cada ser humano. Si en otros momentos se primó el conformismo, la pertenencia al grupo, la renuncia a las propias capacidades para potenciar las que la “sociedad” demandaba, hoy, ante un universo de oportunidades de aprendizaje autodidacta en la red, debemos acompañar procesos que desarrollen la diferencia.

 

  •     Confianza en los demás: En la Sociedad aumentada que siempre describimos, en época de abundancia de relaciones sociales, cuando muchas de las soluciones que están por llegar se basarán en el trabajo colectivo, la inteligencia colectiva, motivar a los estudiantes a trabajar en equipo será fundamental. Compartir recursos, recibir y dar ayuda son cosas que fluyen abundantemente en redes sociales y que debemos promover también al educar.

 

  •     Lenguaje positivo para nosotros mismos: Es base de la PNL pero también parte del saber popular: las cosas cambian según el cristal con que se miran. Ayer mismo encontraba un estudio que afirmaba que ante situaciones de estrés (exámenes, hablar en público), se mejora la ejecución sobremanera cuando uno/a se piensa a sí mismo/a como “excitado”, no como ansioso. Tampoco engañarse y fingirse calmado cuando no es cierto ayuda.

 

  •     Creencia en la propia habilidad para resolver problemas, para impactar en positivo en situaciones: Planteábamos en otro posteo reciente como la crítica es mucho menos efectiva que la mirada al futuro para mejorar los comportamientos, que la pregunta ¿qué quieres conseguir? es mucho más adecuada que la crítica a lo que falló. Aumentar el feedback positivo y disminuir el negativo en escuelas y familias ayudará a fomentar el sentimiento de autoeficacia que necesitamos para el cambio.

 

  •     Mantener la perspectiva: Ilusionarse no es ser iluso y´gran parte de la diferencia entre una y otra cosa, creo, se basa en la paciencia. Debemos enseñar a valorar los pequeños logros sin perder la perspectiva general, la mirada hacia esa utopía que como dice Galeano, es tan importante para caminar.Se trata de fomentar el pensamiento de seguir, de continuar trabajando en el logro de los objetivos a pesar de la adversidad temporal. Si algo no funciona, pueden tomarse otros caminos. Uno de los problemas de los estudiantes poco esperanzados es la poca capacidad para remontar desde obstáculos pasados y enseñar técnicas de solución alternativa de problemas puede ser esencial.

 

  •     Mantener las ganas de aprender: Siempre vamos a necesitar aprender cosas nuevas. Saber reconocerlo y mantener las ganas de aprender durante toda la vida será esencial para mantener la esperanza, la vitalidad, la juventud. Mucho de la desesperanza tiene que ver con un mundo que no se entiende, así que estar atento, mantenerse ávido de aprendizaje, hará realidad la máxima que siempre pronuncio…Nunca, nunca envejeceremos si no perdemos las ganas de aprender.

 

Fuente: http://www.dreig.eu/caparazon/2014/01/08/el-optimismo/

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