- 27dic2017
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La cara buena y la cara mala de estar estresado
- Por Cazoll
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En tu vida cotidiana, en el trabajo, en tus estudios, es muy probable que hayas vivido situaciones de estrés que apenas hayas identificado como tal o que por el contrario, te hayan hecho vivir momentos complicados.
Redacción, FMK
Todos hemos tenido tareas, trabajos y exámenes planificados con tiempo de antelación que no nos han preocupado en exceso. Seguro que tú también has dicho en más de una ocasión la frase “estudio mejor con la presión del día de antes” lo que lleva a posponer la realización de la tarea en cuestión hasta el momento en el que ves que el recurso del tiempo comienza a escasear o la tarea que aparentemente era sencilla, se complica en exceso.
En estos momentos es cuando el rendimiento aumenta, nos volvemos mucho más productivos. ¿Por qué se produce esto? Porque la activación física del estrés de corta duración que en algunos momentos puntuales puede aparecer, hace que la concentración sea mayor puesto que estás mucho más alerta y esto es gracias al cortisol que prepara al organismo ante las situaciones de peligro. Según Francesca Gino, profesora de Hardvard Business School, “Aumentar el estrés para rendir mejor hace que aumente la concentración, el interés y la atención”.
Cuando los niveles de estrés se incrementan demasiado, en cualquier momento, aunque sea muy concreto, producirá bloqueos y ansiedad. Cabe mencionar la ley que se refiere a este tipo de situaciones: Yerkes-Dodson que dice que “El rendimiento aumenta con la excitación fisiológica o mental pero solo hasta cierto punto”. Se representa con una curva en donde esta va a alcanzar un punto óptimo de estrés y rendimiento, ese es el punto óptimo en donde estar estresados nos beneficia y no nos perjudica.“Pasarse de la raya”, cuando hablamos de estrés, hará que el rendimiento disminuya y la productividad caiga considerablemente. Esto puede ocurrir incluso antes de sentir la ansiedad en nuestro cuerpo y mente.
¿A qué afecta principalmente los niveles altos de estrés?
Lo que más sufre es la memoria ya que el estrés afecta al hipocampo que es clave en su funcionamiento y por consiguiente en el proceso de aprendizaje.
Los niveles altos no van a traer nada bueno. También se elevan los niveles de cortisol, se trata de una hormona que está estrechamente relacionada con el sistema inmunitario así como el incremento del riesgo de sufrir una isquemia cerebral.
El sistema digestivo y el sueño también sufren serias alteraciones en su funcionamiento que tienen mucho que ver en el bienestar físico, mental y emocional.
En el trabajo, el estrés puede llevarte al “síndrome del trabajdor quemado” si no se toman las medidas para evitar caer en el estrés.
Por lo tanto, lo que los psicólogos recomiendan es la activación física y no la sensación psicológica de estrés que se da de forma continuada y que puede llevar a una persona al punto de sentir constantemente que no tienes los recursos suficientes para afrontar todo el trabajo que hay por hacer.
¿Cómo varía el estrés?
La curva que se ha mencionado anteriormente, varía según la complejidad de la tarea ya que se requerirán diferentes niveles de activación para conseguir el rendimiento más óptimo.
Las tareas más difíciles o desconocidas necesitan de niveles bajos de estrés para facilitar la concentración, la comprensión y pensar con claridad.
Por el contrario, las más fáciles necesitan niveles de estrés mayores para estar atentos y seguir concentrados.
Como estresarse es inevitable, hay que aprender a controlar y sobrellevar los niveles de estrésde forma que consigamos controlarnos a nosotros mismos, centrando los esfuerzos en los aspectos donde más capacidad de acción tenemos y en aquellas decisiones que tenemos en nuestra mano.
Fuente: http://www.foromarketing.com/
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