- 31mar2015
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Todo tiempo pasado no fue mejor
- Por superadmin
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Hoy vivimos dos veces y media lo que lo hacían los primeros humanos, que perecían alrededor de los 30 años, y pasamos de los 55 a más de 70 en poco más de medio siglo. Según la Fundación Bill Gates, globalmente, en la segunda década del siglo XXI, las mujeres tienen 42% menos posibilidades de morir en el parto que en 1995.
Por Nora Bär
«Muy estimado señor: su carta me llegó hace unos días. […] Pregunta usted si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Antes se lo ha preguntado a otros. Los envía a revistas. Los compara con otras poesías, y se inquieta cuando ciertas redacciones rechazan sus ensayos. Ahora (ya que usted me ha permitido aconsejarle), ruégole que abandone todo eso. Usted mira a lo exterior, y esto es, precisamente, lo que no debe hacer ahora.»
Con estas frases comenzaba hace más de un siglo la correspondencia entre Rainer Maria Rilke, de apenas 28 años, y Franz Xavier Kappus, un escritor en ciernes de poco menos de 20, que se convirtió en la «biblia» de los aspirantes a artistas de los años 60: Cartas a un joven poeta (Siglo XX, 1957). Son nada más que diez mensajes en los que Rilke, más que detallar normas de técnica literaria, le ofrece a Kappus una brújula interior para que navegue las tormentosas aguas de la creación literaria.
En 2008, Michel Houellebecq y Bernard-Henry Lévy ensayaron un ejercicio comparable que se publicó con el título de Enemigos públicos (Anagrama, 2010). «Querido Bernard-Henry Lévy: todo, como se suele decir, nos separa, excepto un punto fundamental: tanto usted como yo somos individuos bastante despreciables. Especialista de números descabellados y payasadas mediáticas, usted deshonra hasta las camisas blancas que lleva. Íntimo de poderosos, bañado desde la infancia en una riqueza obscena, es emblemático de lo que algunas revistas un poco de baja estofa como Marianne siguen llamando la «izquierda-caviar»», comienza con su habitual acidez la primera misiva de Houellebecq.
«Bravo. Lo ha dicho todo. Su mediocridad. Mi nulidad. Esa nada sonora que sustituye a nuestro pensamiento. Nuestro gusto por la comedia, cuando no la impostura. Treinta años hace que me pregunto cómo un tipo como yo ha podido, y puede, ilusionar», le contesta Henry Lévy.
Más allá de ser dos gemas literarias, lo singular de estos textos es que permiten advertir cómo cambió el mundo en apenas unas décadas. Kappus debía esperar varios meses para recibir cada una de las diez cartas que Rilke le envió durante cinco años, entre 1903 y 1908; Houellebecq y Henry Lévy intercambiaron 28 mensajes de mail en cinco meses, entre el 26 de enero y el 26 de junio de 2008.
Con frecuencia, cambios como éstos revelan el vértigo de las transformaciones que dan forma a nuestro mundo. «Antes, esto no pasaba», «En mi época era distinto», «Esto no da para más», «¡Lo que nos espera!», suele escucharse en conversaciones en las que se derrochan críticas a la marcha de la economía, la violencia, las carencias educativas y otros tópicos que suelen inspirar diálogos de ocasión.
Sin embargo, todo indica que la verdad es bastante distinta. Hoy vivimos dos veces y media lo que lo hacían los primeros humanos, que perecían alrededor de los 30 años, y pasamos de los 55 a más de 70 en poco más de medio siglo. Según la Fundación Bill Gates, globalmente, en la segunda década del siglo XXI, las mujeres tienen 42% menos posibilidades de morir en el parto que en 1995.
En La muerte negra (Fondo de Cultura Económica, 1989), Robert Gottfried cuenta que, a fines de 1351, agentes del papa Clemente VI calcularon el número de muertos en la Europa cristiana por la peste: 23.840.000, de una población anterior de cerca de 75.000.000. Entre los consejos que se daban en la época para ahuyentarla figuraban «no dormir demasiado, especialmente después de comer o en la mitad del día», y «nunca dormir de espaldas, pues esto permitía que un aire potencialmente pestilente descendiera de las narices a los pulmones». A la gripe española se le adjudican entre 50 y 100 millones de muertes. En el balance de la pandemia de gripe A (H1N1), de 2009, esa cifra asciende a 19.000. Y si pensamos en las grandes ciudades, sus problemas actuales están a años luz de la suciedad, la sordidez y el hacinamiento de las del pasado. Las crónicas mencionan que las calles de París, por ejemplo, abrumaban por sus olores, y que la principal preocupación de sus habitantes era el dolor de muelas.
Queda mucho por delante. Pero si las coplas de Jorge Manrique por la muerte de su padre son maravillosas, por lo menos en lo que hace a la marcha del mundo, ya podemos ir dejando de lado eso de que «cualquier tiempo pasado fue mejor»
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1777500-todo-tiempo-pasado-no-fue-mejor
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