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31may2013

Bitcoin, la moneda digital

  • Por superadmin
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Tendencias: ¿Qué es exactamente el Bitcoin? La misteriosa moneda digital ha salido de entre las sombras y está adquiriendo una gran popularidad en los últimos tiempos. El valor del Bitcoin se disparó desde los US$ 13, en enero, a los US$ 237, a mediados de abril, cayendo después hasta los US$ 83 en un mismo día, como consecuencia del colapso financiero en Chipre, una ola especulativa y la intensa atención de los medios de comunicación.



Aunque la cripto-moneda se haya recuperado ligeramente —cotiza actualmente en torno a los US$ 134—, su recorrido de altos y bajos suscitó numerosas preguntas. ¿Será el Bitcoin una moneda alternativa legítima —un sustituto online para dólares y euros, tal y como dicen sus defensores? ¿O estamos ante una gigantesca burbuja —una euforia especulativa semejante al furor causado por el episodio de los tulipanes holandeses— que espera el momento de estallar?

Para los escépticos, como James J. Angel, de la Universidad de Georgetown, profesor visitante de Finanzas en Wharton, la respuesta es obvia: «El Bitcoin tiene todas las características esenciales de una burbuja especulativa clásica», dice.
Las advertencias, sin embargo, no han sido capaces de disuadir a una lista creciente de creyentes en la moneda digital, inclusive algunos nombres importantes del Valle del Silicio. El 11 de abril, un grupo de inversores, entre ellos Andreessen Horowitz, empresa de capital riesgo del fundador de Netscape, Marc Andreessen, decidió financiar a OpenCoin, empresa asociada al Bitcoin. A mediados de mayo, San Jose Convention Center acogerá el congreso Bitcoin 2013.
Hasta los gemelos Winklevoss, [famosos por demandar a Zuckerberg, a quien acusan de haberle robado la idea para Facebook], decidieron embarcarse en la moda de la moneda digital. En un artículo reciente de The New York Times, dijeron que tenían un total de US$ 11 millones en Bitcoins.

«Las personas dicen que es un sistema Ponzi [de pirámide], que es una burbuja», dijo Cameron Winklevoss alTimes. «Las personas no quieren tomar en serio al Bitcoin. Pero llegará el momento en que todo el mundo comenzará a decir ‘las monedas virtuales han llegado para quedarse’. Esto es sólo el principio».

Defensores del Bitcoin, como Winklevoss, la elogian y dicen que es un nuevo tipo de dinero, según un vídeo promocional de YouTube, se trata de «una moneda electrónica descentralizada» que revolucionará las finanzas globales de igual manera que Internet cambió la industria editorial y Skype posibilitó las llamadas gratuitas en todo el mundo.
Creada en 2009 por un programador anónimo, que responde al pseudónimo de Satoshi Nakamoto, el objetivo de la moneda era facilitar el comercio, garantizar la privacidad de quien la usara —y tal vez, sobre todo— quedarse fuera del control de las instituciones gubernamentales.
«El Bitcoin es una red abierta para pagos internacionales», dice Gavin Andreson, científico-jefe de Bitcoin Foundation, que estandariza y promueve la moneda. «Es una manera fácil de permitir a alguien, en cualquier lugar del mundo, pagar por productos o servicios, inclusive quien vive en países donde tal vez no sea común el uso de tarjeta de crédito o tener cuenta bancaria». Además, el coste es bajo, añade Andreson, permitiendo al usuario escapar de las tarifas normalmente altas de las transacciones hechas con tarjetas de crédito, en el cajero y otros servicios financieros tradicionales.
‘Un desarrollo natural de la cultura libertaria’
En el universo del Bitcoin, no hay monedas físicas. Tampoco hay intermediarios. Los Bitcoins existen sólo en los archivos electrónicos que los usuarios intercambian entre sí a través de una red de computadoras punto a punto o entre iguales. Las nuevas monedas son «acuñadas» cuando un ordenador conectado a la red resuelve un problema matemático complejo generado por un algoritmo. Técnicas sofisticadas de criptografía y de codificación garantizarían que solamente el usuario dueño de los Bitcoins pueda acceder a ellos.
La oferta de Bitcoins también es fija. El año pasado, fueron cerca de nueve millones; hoy hay en torno a US$ 11 millones en circulación. Con el paso del tiempo, los defensores del Bitcoin dicen que su crecimiento se irá desacelerando hasta alcanzar un máximo de 21 millones en el año 2040.
Esa oferta fija de dinero es un gran estorbo para muchos de los primeros adeptos de la moneda digital, observa Angel. Atrae a gran cantidad de las mismas personas que compran oro por temor a que el quantitative easing [aumento de liquidez en el sistema económico] y otras medidas tomadas por la Reserva Federal y otros bancos centrales enciendan la mecha de la hiperinflación. Para esas personas, los Bitcoins son una moneda refugio que el Gobierno no puede destruir imprimiendo dinero en exceso o dinero “fiat”. “Confían más en el algoritmo de Satoshi Nakamoto que en Ben Bernanke”, dice Angel
Otros optaron por los Bitcoins por cuestiones de privacidad, según Ethan Mollick, profesor de Gestión de Wharton. Todas las transacciones en Bitcoins son anónimas y no hay registros centralizados de cuánto tienen las personas en moneda digital. Eso, dice Mollick, ha hecho que el Bitcoin sea atractivo para las personas — inclusive traficantes, jugadores online y otros involucrados en actividades ilegales — que no les gusta mucho la vigilancia fiscal del Gobierno o la idea de que el «Gran Hermano» pueda rastrear sus transacciones.
«Es un desarrollo natural de la cultura libertaria», observa Mollick. «Mucha gente que invirtió en Bitcoins lo hizo principalmente por razones no financieras».
Según Eric T. Bradlow, profesor de Marketing de Wharton y director adjunto del Proyecto de Analítica del Cliente de Wharton Wharton Customer Analytics Initiative, además de esos usuarios de nicho, no se sabe a ciencia cierta qué necesidad estaría atendiendo el Bitcoin o qué problema estaría resolviendo. El sistema actual de pagos electrónicos funciona bien en general; hacer pagos, obtener efectivo o transferir dinero es relativamente fácil, destaca Bradlow. Aunque muchos comerciantes se quejen de las tarifas elevadas, en la práctica pocos tendrían razones para usar el Bitcoin, a menos que se utilizara de forma más amplia.
«¿Por qué las personas necesitan Bitcoins ahora?», se pregunta Bradlow. «El ‘producto’ no tiene ningún segmento obvio de clientela, punto de diferenciación y necesidad obvia por parte del consumidor que esté satisfaciendo en comparación con otros productos competidores. Por lo tanto, tendrá dificultades para ser ampliamente utilizado».
‘Chipre fue la mecha’
Además, las propiedades que los proponentes del Bitcoin valoran hacen que esté lejos de ser una moneda ideal. Las monedas eficaces tienen diversas propiedades esenciales, dice Steve H. Hanke, profesor de Economía aplicada de la Universidad Johns Hopkins. Entre las cualidades más importantes, destacan: la capacidad de la moneda de proporcionar una reserva de valor estable y de servir de medio de cambio.
Los Bitcoins no encajan en ninguna de ellas, dicen Hanke y otros.
En primer lugar, la moneda digital es muy volátil, precisamente a causa de la oferta limitada. Eso genera dudas obvias sobre su eficacia como puerto seguro como reserva de dinero, tal y como los inversores pudieron percibir en abril. La subida elevada ocurrió cuando el Gobierno chipriota decidió imponer el control de capitales. El intento de resolver la crisis obligando a los depositantes a incurrir en pérdidas fue una llamada de atención para los ahorradores de todo el mundo sobre el riesgo de que los fondos pueden ser confiscados en el caso de la suspensión de pagos de un banco.
«Chipre fue la mecha», dice Hanke. «La idea de que los depositantes pudieran escapar de los controles impuestos a los capitales nacionales recurriendo a una moneda virtual provocó una enorme sensación en todo el mundo».
La verdad, sin embargo, es que las compras con Bitcoins no despegaron en los países al borde de una crisis cambiaria, observan los especialistas. La mayor parte de las compras tuvieron lugar en EEUU. En otras palabras, los compradores americanos apostaron alto que los chipriotas y otros se refugiarían en los Bitcoins, por eso compraron antes de la demanda esperada. Con una oferta limitada en circulación, los precios despegaron, tal y como hicieron en la época de las empresas puntocom en los años 90, en el boom inmobiliario pocos años después o con los tulipanes holandeses hace algunos siglos.
«Toda burbuja comienza con una historia plausible, algo de valor y la expectativa de que se valorará aún más en el futuro. Las personas compran esa cosa, el precio sube y el proceso se alimenta a sí mismo, hasta que deja de hacerlo», dice Angel.
Esa volatilidad de precio convierte también a los Bitcoins en un medio malo de cambio, observa Mollick. Sin estabilidad de precio, es difícil saber cuánto se está pagando por algo. Si la persona compró una casa y acordó pagar por ella con Bitcoins a mediados de abril, tal vez acabe pagando un 50% más o menos que el día anterior en dólares dependiendo del día en que suscribió el contrato.
¿Pero es legal?
El grado extremo de privacidad que atrae a muchos usuarios al Bitcoin es otra fuente probable de problemas. En primer lugar, está el riesgo de que la seguridad rigurosa de la red se rompa. En una zona sin regulación y sin interferencia del Gobierno, ¿quién hará el papel de policía para combatir posibles robos y fraudes? «Toda moneda digital será blanco de los hackers», advierte Bradlow. Es difícil imaginar a las autoridades interviniendo para ayudar a las víctimas de una red constituida explícitamente para escapar del control del Gobierno».
La posibilidad de robo no es el único punto débil. Para acuñar Bitcoins, los usuarios conectan sus computadores a una red mundial de punto a punto. Angel resalta que no se puede saber qué más puede estar sucediendo en esa red. «Puede estar haciendo la descarga de un malware o preparando la próxima gran interrupción en la distribución de servicios o puede estar incluso generando un ataque de spams», dice. Mollick.
El Bitcoin se incursiona también en terreno desconocido en lo que concierne a su situación legal y regulatoria, observa Andrea Matwyshyn, profesora de Estudios jurídicos y de Ética en los negocios de Wharton. La cuestión más seria, obviamente, es si la moneda es legal. En EEUU, así como en la mayor parte de los países, solamente el Gobierno federal puede emitir moneda de curso reconocidamente legal. «No se sabe si es viable la coexistencia de esas monedas alternativas con los modelos tradicionales», observa Matwyshyn. «Ese es un espacio regulatorio muy nuevo para el cual aún no hay ley».
De momento, el Bitcoin aún no ha despertado mucho el interés de EEUU o de otros gobiernos, dadas sus dimensiones limitadas y la novedad de ese mercado. Pero el ascenso, el crecimiento y la implicación de las empresas de capital riesgo podrán hacer que los Bitcoins estén sujetos a una vigilancia mayor. «La moneda virtual suscita las mismas preocupaciones que observamos en el sector de valores mobiliarios cuando comenzaron a ser regulados», observa Matwyshyn.
Hanke, de la Universidad Johns Hopkins, va más allá. Ya que los gobiernos obtienen beneficios enormes con el monopolio de la impresión de dinero, él cree que no permitirán que el Bitcoin se consolide como su rival. Si la moneda digital se extiende más allá de su nicho, el Gobierno deberá comenzar a monitorizarla de cerca para evitar fraudes fiscales y mobiliarios y evitar el riesgo de desestabilización del sistema financiero. «Si el Bitcoin se convierte en una amenaza comercial a la producción estatal de dinero», dice, «habrá millones de razones para restringirla o prohibirla».

FUENTE: http://www.wharton.universia.net/index.cfmfa=viewArticle&id=2347&language=spanish

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