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14abr2015

La boca: un planeta para los microbios

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«Hay bacterias por todas partes. Sí, por TODAS partes. Quizás no dentro de una botella de lejía o en el seno de una fogata, pero sí dentro de las rocas, en el interior de los seres vivos y en el aire que respiramos»
Por Gonzalo López Sánchez

 

cada persona lleva en la vida adulta unas 70 o 100 especies de bacterias en su boca. Toda esa variedad es casi como una identidad propia, al igual que ocurre con el microbioma intestinal

cada persona lleva en la vida adulta unas 70 o 100 especies de bacterias en su boca. Toda esa variedad es casi como una identidad propia, al igual que ocurre con el microbioma intestinal


 
Toda esa diversidad de microorganismos que se gana la vida arrancando energía de moléculas casi imposibles también vive dentro del cuerpo humano. Eso ya lo sabíamos, porque nuestro intestino es algo así como un reactor en el que las bacterias encuentran el hogar en el que vivir tranquilamente, mientras varios de sus productos de desecho nos sirven a nosotros para alimentarnos y tener pensamientos elevados. Pero aparte de esto, resulta que la boca también alberga un ecosistema repleto de bacterias. ¿Qué digo un ecosistema? ¡Un planeta! Tal como señala Víctor Jiménez Cid.
 
Es profesor de Microbiología en la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid y secretario del grupo de difusión de la Sociedad Española de Microbiología. Actualmente imparte una asignatura sobre la microbiota de la boca, dentro de la que se conocen alrededor de 700 especies distintas, aunque trabaja en Biología Molecular de levaduras. Como para él el sarro, la placa y las caries son más una comunidad de bacterias que una molestia, decidí preguntarle qué ocurría ahí cuando nos metemos cosas en la boca. ¿Toda esa diversidad que nos rodea puede ser una amenaza cuando chupamos inocentemente nuestro bolígrafo? Esto es lo que me respondió Víctor Jiménez Cid:
 
-¿Cree que hay algún peligro en chupar o roer el plástico de un boli, por la posible presencia de patógenos?
 
Desde el punto de vista microbiológico llevarse cualquier cosa a la boca es peligroso. Tendrías que estar seguro de su calidad epidemiológica. En el caso del bolígrafo, que va de mano en mano y de boca en boca, se puede decir que es un fómite, o sea, un vehículo de gérmenes. Y cualquier cosa puede ser peligrosa, aunque no deberían estar contaminadas salvo que lo haya tocado alguien que sea un foco infeccioso.
 
-Pero, por otro lado, ¿no se puede decir que la limpieza excesiva aumenta la incidencia de las alergias?
 
Lo que ocurre es que llevamos evolucionando durante miles de años y expuestos a una carga microbiana determinada. Por ello se puede decir que nuestro sistema inmune está acostumbrado a enfrentarse a ciertos microbios. Pero ahora nos exponemos a xenobióticos, componentes químicos que no estaban presentes antes (como polímeros sintéticos o conservantes), en lugar de los microorganismos a los que se enfrentaba antes. Quizás nuestro mundo es más seguro desde el punto de vista de las enfermedades, la limpieza y la higiene. Pero esos compuestos químicos podrían provocan reacciones imprevisibles, probablemente porque el sistema inmune estaba entrenado para reaccionar a microbios que ya no están. Esto facilita que aparezcan nuevos tipos de desafíos para nuestro organismo.
 
-¿Y qué hay de la famosa «regla de los tres segundos»? ¿Si se cae un bolígrafo al suelo pero apenas lo roza es menos peligroso que si está más tiempo en contacto con él?
 
Los más puristas no le daremos demasiada credibilidad a esta «regla». Cada microbio necesita un tiempo determinado para adherirse, y además el tipo de superficie o el grado de humedad también influyen. En realidad lo que influye más en la «peligrosidad» es la capacidad invasiva del germen que se pueda transmitir, que depende de un concepto llamado dosis infectiva. Esto es algo así como la cantidad necesaria de microorganismos para que se produzca la infección. En algunos casos puede hacer falta consumir 6 bacterias y en otros 4.000. La razón es que no todos los microbios tienen la misma probabilidad de atravesar las barreras físicas (pH del estómago) o la propia microbiota del organismo (en las mucosas, en la boca o en el intestino, por ejemplo).
 
-Precisamente por eso quería preguntarle. Tengo entendido que se conocen unas 700 especies de microbios que viven en la cavidad bucal. ¿Cómo puede haber tantas?
 
Se considera que cada persona lleva en la vida adulta unas 70 o 100 especies de bacterias en su boca. Toda esa variedad es casi como una identidad propia, al igual que ocurre con el microbioma intestinal. ¿Por qué ocurre esto? Hay que entender que en la cavidad bucal hay varios ecosistemas. Se puede decir que la boca es como un planeta, con su orografía, con sus valles, mucosas, flujos de saliva muy intensos, zonas de rozamiento, partes más escondidas o más expuestas… Cada hábitat tiene sus características físico químicas particulares, al igual que pasa en el suelo o en un río. Además, estos microbios se necesitan unos a otros y es que los productos del metabolismo de unos, o sea, lo que les sobra, son usados por otros como fuente primordial de energía.
 
-¿Y eso también ocurre en las caries, por ejemplo?
 
Sí, en una placa cariogénica puede haber 40 o 50 especies (algunas predominan). Pero si te vas al surco gingival, donde se inserta el diente en la encía, encuentras un hábitat distinto, al que no llega la saliva y en el que hay otras bacterias. Allí los microorganismos se alimentan del llamado fluido crevicular, que es un líquido que se filtra en esa zona. En estas zonas, el pH es distinto, no hay oxígeno y comienzan a crecer seres vivos anaerobios (esto quiere decir que el oxígeno es tóxico para ellos), y ahí aparece el sarro. Incluso en dos caries que aparezcan en un mismo diente, puede haber ecosistemas distintos. Por último, en la superficie de los dientes crece la placa, de forma natural.
 
-¿Qué ocurre con toda esa diversidad cuando nos damos un beso? Es decir, ¿acaban las parejas compartiendo sus microbios?
 
Así es, acabarás compartiendo microbios. Y también ocurre en un proceso muy importante. Y es que se sabe que, a medida que crecen los bebés, van entrando en contacto con la diversidad microbiana. Se ha visto que en la placenta hay algunos microorganismos y que al nacer los bebés entran en contacto con muchas bacterias. Y luego, cuando se diversifica la dieta, comienzan a crecer nuevas bacterias. También en la boca la aparición de las piezas dentales permite la colonización por nuevas bacterias en ese momento de la vida.
 
Fuente: http://abcblogs.abc.es/bacterias-batallas/2015/03/26/boca-planeta-microbios/

CATEGORIES ciencia

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