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17mar2015

«La tecnología nos transforma todo el tiempo en nosotros mismos»

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El filósofo Darío Sztajnszrajber sostiene que las redes sociales están cambiando el concepto tradicional de amistad, y que los chicos del siglo XXI viven una realidad muy diferente de la de los adultos
Por Cintia Perazo

 

Darío Sztajnszrajber: Parecería que nuestros jóvenes del siglo XXI están viviendo una realidad completamente diferente a la de los adultos.

Darío Sztajnszrajber: Parecería que nuestros jóvenes del siglo XXI están viviendo una realidad completamente diferente a la de los adultos.


 
Darío Sztajnszrajber no es solamente un filósofo. Es un divulgador. Fue profesor en todos los niveles educativos y actualmente es docente en Flacso y en la UBA. Además conduce el programa Mentira la verdad en el Canal Encuentro. En esta entrevista habla sobre las transformaciones radicales que estamos viviendo y qué valores tradicionales se están reinventando gracias a las nuevas tecnologías.
 
-¿Cómo caracteriza los cambios que está experimentando la sociedad?
 
Estamos viviendo transformaciones tan radicales que incluso en su radicalidad socavan la posibilidad que tiene nuestro pensamiento de comprenderla. Es que nuestra forma de conceptualizar no está atravesada por el diseño de la informática, porque la mayoría estudiamos en el siglo pasado. Nos regimos por la lógica binaria y esa forma dicotómica de entender la realidad se queda corta para poder explicar toda la potencialidad que tiene la revolución informática que estamos viviendo.
 
«El filósofo francés Gilles Deleuze tiene una idea de rizoma muy ligada a la idea de red. Creo que la informática está posibilitando romper con una idea según la cual, por ejemplo, la diferencia entre la realidad y la apariencia no es tan nítida. Esa diferencia entre lo real y lo aparente está en los orígenes de nuestra manera de pensar porque esa dicotomía entre lo real y lo aparente está jerárquicamente postulada donde lo real es lo bueno y lo aparente es lo malo, y luego se transmuta en alma-cuerpo, bien-mal, mundo inteligible-mundo sensible. Pero todas las diferencias dicotómicas hoy explotan.
 
-¿Entonces tenemos que aprender de los jóvenes?
 
Parecería que nuestros jóvenes del siglo XXI están viviendo una realidad completamente diferente a la de los adultos. Para los adultos del siglo XX la relación con las nuevas tecnologías suele ser una relación de exterioridad, mientras que para los jóvenes viven a las tecnologías como parte de su hábitat natural. Esto provoca consecuencias en las instituciones. La más notoria es la escuela, que sigue utilizando categorías del siglo pasado.
 
-¿Y cómo se cambia eso?
 
Hay que trabajar en la capacitación docente. Ésa es la clave. Igualmente, creo que se está trabajando en esta cuestión. Se puede discutir si las políticas son acertadas o no, pero existen políticas al respecto. Esto, desde el punto de vista práctico, pero la filosofía tiene el rol de llevar los argumentos al extremo, de generar una provocación con su manera de pensar las cosas. Tenemos una dependencia muy fuerte por parte de nuestras conciencias modernas de lo que se llama un paradigma binario. Es una manera de entender al mundo que tiene ya casi 3000 años, fuertemente lógica y dicotómica, que piensa a la tecnología en términos buena o mala; productiva-improductiva; correcta-incorrecta.
 
«El problema es definir qué es lo real. Para un pensamiento dicotómico binario es claramente delimitable la frontera que divide lo real de lo aparente, lo real de lo virtual o lo real de lo ficcional. Y esa frontera, desde siempre, fue una frontera ambigua o difusa. La alegoría de la caverna de Platón -que fue escrita cuando no existía luz ni Internet- planteaba ya los problemas por diferenciar lo real de lo aparente.
 
-Es un tema que se aborda constantemente: el mundo virtual versus el real.
 
¿Hasta qué punto se puede diferenciar dónde comienza lo real y dónde lo aparente? ¿O qué sería lo que no es real? ¿Por qué llamar al mundo virtual un mundo no real cuando también es parte de nuestra realidad? Entonces, ¿nuestros sueños no son reales tampoco? ¿Estamos 100% seguros de que todo lo que vivenciamos en ese mundo real es real? Me parece una práctica muy conservadora que frente a la novedad se estigmatiza a lo nuevo y se le coloca a la novedad todos los problemas que uno viene trayendo desde siempre. Entonces ahora el gran problema de nuestros tiempos es la informática, que genera inseguridad, falta de valores, vaciamiento de sentido. Cuando todo eso ya existía desde siempre, pero no nos hacemos cargo del mundo del que provenimos y le endilgamos todos estos problemas a la novedad.
 
-¿Cuáles son las principales resistencias frente a la tecnología?
 
Creo que lo que más nos cuesta aceptar todavía es que la relación con la tecnología no es una relación de exterioridad donde existe una naturaleza humana cerrada y definitiva que utiliza la tecnología para su bien o para su mal, según sea evaluada desde un punto de vista optimista o desde un punto de vista pesimista.
 
«Lo interesante, para salir del pensamiento dicotómico es pensar que la tecnología ni ayuda ni perjudica a la naturaleza humana porque la naturaleza humana no existe. Entonces la tecnología lo que hace es estar todo el tiempo transformándonos en nosotros mismos. Se trata de salir de ese paradigma que piensa al ser humano como algo cerrado y a la tecnología como algo exterior. Somos también esa tecnología que nos va constituyendo en nuestras transformaciones permanentes. Creo que todos los aspectos evolutivos del ser humano incluyen también la cuestión tecnológica.
 
-¿Qué pasa con los amigos de Facebook frente a los reales?
 
Para mí la tecnología informática permitió repensar y reinventar algunos valores tradicionales como por ejemplo «¿qué es un amigo?». Y pelearnos con cierta idea ingenua que afirma que la tecnología viene a banalizar o a superficializar relaciones que antes eran auténticas, honestas e incuestionables. La gran crítica que se le hacen a las redes sociales es que uno allí no es auténtico, como si en la supuesta vida real, por fuera de la tecnología, todos fuésemos 100% auténticos y honestos. Nos es más fácil ahora cuestionar que todos nos hemos vuelto más banales por la tecnología, que hacernos cargo de que venimos siendo banales desde siempre. De repente todo lo que está por fuera del mundo de la virtualidad tiene como una especie de superioridad moral que en realidad es tan cuestionable como el resto.
 
«Poniendo como ejemplo la amistad, la visión optimista considera que las redes sociales son buenas porque potencian nuestra capacidad de tener amigos. Podes hablar con varios al mismo tiempo y reencontrarte con amigos de la infancia. Mientras que los pesimistas asegurarán que eso no es amistad. Según ellos ser amigo es encontrarse, tomar un café. Como si este tipo de encuentros no fueran, también, una puesta en escena.
 
«El argumento de que en las redes sociales mentimos mientras que en las reuniones personales no es así es una ingenuidad. Cuando estamos con un amigo hay fuerzas que nos constituyen, inconscientes, sociales, históricas, de género, que hablan a través de nosotros. La informática genera la construcción del chivo expiatorio. Depositamos en la informática todo el mal. Ahí la gente es mala, insegura, mentirosa, interesada. Mientras en la supuesta vida real somos buenos y sinceros. Pero es una política propia del ser humano la irrupción de un enemigo novedoso en quien depositar todos los males para purificarse uno mismo. Por último, la tercera posición diría que la amistad cambió, que está en un proceso de transformación fundamental. La idea de amistad del pasado se modificó y con la tecnología atravesando hoy las construcciones sociales más aún.
 
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1766411-dario-sztajnszrajber-la-tecnologia-nos-transforma-todo-el-tiempo-en-nosotros-mismos

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