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22sep2017

¿La vida producto de la casualidad?

  • Por Cazoll
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La vida compleja tal y como la conocemos comenzó de manera fortuita a partir de pequeñas cadenas de moléculas que, de alguna forma, adquirieron la capacidad de replicarse a sí mismas. Un equipo de la Universidad de Wits, liderado por Pierre Durand, cree haber desentrañado cómo exactamente esas moléculas primigenias consiguieron empezar a unirse unas con otras
Por José Manuel Nieves, ABC

 

El proceso que conduce a la vida requiere de un largo periodo de tiempo para desarrollarse, e implica una serie de pasos.

El proceso que conduce a la vida requiere de un largo periodo de tiempo para desarrollarse, e implica una serie de pasos.


 
Hace miles de millones de años, en efecto, en la Tierra no existía nada que hoy pudiéramos reconocer como vida. En ese tiempo lejano el mundo contenía solo moléculas, formadas espontáneamente a traves de procesos físicos y químicos naturales. Sin embargo, en algún nomento esas moléculas empezaron a conectarse, a formar moléculas mayores que, de algún modo, aprendieron a replicarse. Y la vida empezó a evolucionar.
 
Ahora, un equipo de la Universidad de Wits, liderado por Pierre Durand, cree haber desentrañado cómo exactamente esas moléculas primigenias consiguieron empezar a unirse unas con otras. Los resultados de la investigación se acaban de publicar en la revista Royal Society Open Science. «La vida -explica el propio Durand- fue un acontecimiento fortuito. No cabe duda alguna sobre eso».

 

Moléculas muy simples de ácido ribonucleico (ARN) pueden unirse a otras moléculas de ARN por medio de una reacción química llamada ligación. Y la unión de diferentes piezas de ARN al azar podría dar lugar a un nuevo grupo de moléculas capaces de fabricar copias de sí mismas y poner así en marcha el mecanismo de la vida.
 
La importancia del azar
 
El proceso que conduce a la vida requiere de un largo período de tiempo para desarrollarse, e implica una serie de pasos. Durand y su equipo han conseguido explicar cómo pudo haber ocurrido uno de estos pasos cruciales. En concreto, han logrado demostrar cómo las pequeñas moléculas no vivas de ARN pudieron dar lugar a moléculas mayores y con la capacidad de reproducirse. Un evento clave para que la vida pudiera surgir y afianzarse. «Algo tenía que suceder -explica Durand- para que esas pequeñas moléculas interactuaran y formaran moléculas más grandes, más complejas, y ese algo fue la casualidad».
 
La clave está en una enzima, una que permite la ligación y que está presente en el ARN. Gracias a su actividad, la enzima favorece que las pequeñas moléculas de ARN se unan para formar moléculas mayores. En palabras de Durand, «estas pequeñas moléculas son muy promiscuas, y pueden añadir otras piezas a sí mismas. Lo más interesante es que estas pequeñas moléculas eran aún más pequeñas de lo que pensábamos al principio».
Durante la investigación, la molécula más pequeña que exhibió una actividad de ligación fue una de ARN que tenía apenas 40 nucleótidos.
 
«Estaba claro que algo tuvo que pasar -concluye Durand- para que las moléculas empezaran a reproducirse e hicieran posible el comienzo de la vida tal y como la conocemos. Y ese algo resultó ser la simple ligadura de un conjunto de moléculas pequeñas, hace miles de millones de años».
 
Fuente: http://www.abc.es/ciencia/abci-vida-producto-casualidad-201709201139_noticia.html

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