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09jun2015

‘Tecnorresistencia’, la contratendencia que le dice no a lo novedoso

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Cada vez son más las personas que evitan caer en la tentación de los constantes lanzamientos. Con mantenimiento y actualizaciones de sus dispositivos electrónicos, combaten la tentación de comprarse el último modelo.
Por: Diego Alarcón

 

La tecno-resistencia también promueve una mayor conciencia ambiental

La tecno-resistencia también promueve una mayor conciencia ambiental


 
Cada año la escena se repite: una empresa tecnológica anuncia su último lanzamiento y en la víspera cientos de personas se agolpan en filas que recorren varias manzanas para ser las primeros en comprarlo. Solo para el Apple Watch, un par de meses atrás, hubo 2,3 millones de pedidos previos al lanzamiento.
 
Pero mientras este fenómeno se hace cada vez mayor y más frecuente, otra multitud invisible recorre el camino inverso: esperan a que la euforia cese y compran no el último modelo, sino el de hace un año o dos; no van a la tienda oficial, sino a una que ofrezca aparatos usados en buen estado, y buscan un mercado en el que lo que se adquiere no es la novedad, sino lo “suficientemente bueno”. Por no hablar de los que simplemente se quedan con el equipo que tienen. Son los ‘tecnorresistentes’, una oleada de consumidores críticos que optan por la relación calidad-precio y no por lo más nuevo, desafiando con mantenimiento y actualizaciones el miedo a quedar obsoletos.
 
Uno de ellos es el columnista Chris Mills, quien en su blog especializado en tecnología –en la web Gizmodo– contó por qué volvió al iPhone 5S luego de probar el iPhone 6: “Ambos son básicamente indistinguibles para el usuario. Claro, el 6 tiene un procesador más rápido, pantalla con más densidad de pixeles, mejor cámara y la capacidad de filmar en cámara doblemente lenta. Pero, sinceramente, como adicto al teléfono, me resultó difícil notar la diferencia (…). La mayoría de las características de los teléfonos nuevos (se aplica para tabletas también) se encuentran en la actualización del software. Y este suele correr en dispositivos anteriores o de menor presupuesto”.
 
En esa misma dirección, John Herrman, editor del portal cultural neoyorquino The Awl, se refirió a las personas que no han caído en el frenesí de los lanzamientos como gente que decidió ignorar el “extraño narcisismo de las pequeñas diferencias de la industria”. “Yo era un hombre iPhone, como tú. Hasta que un ‘teléfono-mierda’ lo cambió todo”, añadió en una columna en el portal independiente Medium.
 
La innovación tecnológica ha sido vista como la clave de supervivencia y éxito para muchas firmas, y analistas como Fabián Sanabria, director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, consideran que “el hecho de que esté apareciendo un sector que considera que es mejor reciclar, reinventar y recomponer que andar al vaivén de las campanas de las empresas demuestra la capacidad del individuo de pensar de modo crítico frente al consumo”.
 
El mercado de ‘reutilizados’ se va abriendo camino y, como subraya un reciente artículo de The Wall Street Journal, no solo es “creciente”, sino que además se está desarrollando al margen de la competencia de las grandes marcas, con usuarios que no priorizan las capacidades de los nuevos modelos en relación con los que ya tienen.
 
Uno de los ejemplos más claros de estos mercados ‘tecnorresistentes’ es Gazelle, una compañía estadounidense que compra usados a bajo costo, los repara, los limpia y los vende a precios asequibles. Así que un iPhone 5 –lanzado en septiembre del 2013–, su producto más vendido, cuesta 219 dólares, y un Samsung Galaxy S4 –otro de los más populares, en el mercado desde abril del mismo año–, 249 dólares, libres de cualquier operador. En ambos casos, el precio está un 50 por ciento por debajo del valor del dispositivo nuevo.
 
Sarah Welch, directora de marketing de Gazelle, define así el enfoque que han adoptado: “Estamos tratando de educar a los consumidores respecto del costo total de propiedad de un celular y la inteligente decisión financiera que representa saltarse la experiencia de abrir la caja o sacarlo del concesionario”.
 
Las cifras corren a favor de esta tendencia: Gartner, una firma de investigación tecnológica, calculó que 56 millones de teléfonos de segunda mano fueron vendidos en el mundo en el 2014 y movieron 7.000 millones de dólares. Y la expectativa es aún mejor: la compañía proyecta que en el 2017 se llegará a 120 millones de celulares, que representarán 14.000 millones de dólares.
 
El negocio ha crecido tanto entre bastidores que, de acuerdo con A. J. Forsythe, fundador y presidente ejecutivo de iCracked, compañía creada para reparar dispositivos Apple, su empresa ha tenido que contratar técnicos a un ritmo voraz: entre 400 y 500 al mes. Solo en el último año creció 20 por ciento cada mes, en promedio, y sus ganancias sumaron 25 millones de dólares.
 
“Apple vendió más de 1.000 millones de dispositivos iOS. No creo que ellos quieran meterse al negocio de reparar dispositivos; creo que prefieren vender nuevos. El proceso de reparación para ellos es no reparar. Ellos barren los dispositivos con otros nuevos”, le dijo Forsythe, de 26 años, a Forbes, antes de reconocer que su mercado todavía es menor: “Apple está vendiendo unos 500.000 iPhones al día. Nosotros no reparamos ni siquiera el 1 por ciento de eso”.
 
Con conciencia sostenible
 
La tendencia de lo “suficientemente útil” va más allá del rechazo de la tecnología vista como novedad, y tiene su raíz en el consumo sostenible. Organizaciones ambientalistas como Greenpeace han llamado la atención sobre la huella ambiental difícil de diluir que deja la industria de la tecnología y, según un estudio de la Universidad de las Naciones Unidas, el año pasado se desecharon 41,8 millones de toneladas de basura tecnológica, sumando todos los aparatos con batería o enchufe.
 
Y las perspectivas son que esa cifra aumente, ya que para finales de este año habrá 4.900 millones de nuevos dispositivos conectados a internet (un 30 por ciento más que el año pasado) y en el 2025 se espera que lleguen a 25.000 millones, según Gartner.
 
En Bogotá, la tendencia de los servicios de reparación también está aterrizando con fuerza, aunque, como afirma Samuel Yohai, presidente de la Cámara Colombiana de Informática y Telecomunicaciones, “en el país la cultura de compra del dispositivo usado aún no es considerable debido a la poca visibilidad que hasta ahora tienen las plataformas (tiendas en línea) de ese sector”.
 
Sin embargo, los cerca de 52 millones de teléfonos celulares que hay en Colombia, y el hecho de que uno de cada tres sea inteligente, motivaron a empresas como Celuservicio.com a ofrecer arreglos para los celulares de las grandes marcas. El 90 por ciento de sus reparaciones –que incluyen computadores portátiles– son de iPhone, y en especial de iPhone 5. “Cambio de pantalla y de batería son los dos servicios más comunes”, comenta Juan Carlos Toro, su fundador. Cada uno cuesta 190.000 y 75.000 pesos respectivamente, frente al millón que cuesta aproximadamente un iPhone 5 nuevo.
 
Según la agencia de estudio de mercados Recon Analytics, la vida útil de un dispositivo móvil es de un año y nueve meses, y señala que el daño físico y de la batería es el principal factor de descarte. En función de ello, The Wall Street Journal afirma que “hay una razón matemática” que puede variar con la capacidad económica del consumidor o la valoración personal del costo-beneficio del producto.
 
Y aquí las variables entran en juego: ¿necesita una cámara de última tecnología para tomar fotos para sus redes sociales? ¿Son necesarios 128 gigas de almacenamiento si apenas descarga aplicaciones, música o películas? La próxima vez que sienta el impulso de formar parte de una interminable fila a la espera del siguiente lanzamiento, podría hacerse esas preguntas.
 
Optimizar lo que se tiene
 
En paralelo a la tendencia del mantenimiento está la de los dispositivos que adaptan viejos aparatos a necesidades actuales, como los suplementos para convertir en inteligente la televisión. Los ejemplos más conocidos son Apple TV (cuyo precio ronda los 70 dólares) y Chromecast (35 dólares), accesorios que permiten, por medio de la entrada HDMI, conectarse a teléfonos móviles y tabletas.
 
En 2014, el primero de ellos vendió 20 millones de unidades en el mundo; y el segundo supera los 10 millones desde que se lanzó, a mediados del 2013.
 
Al final, resulta una apuesta pragmática de quienes están conformes con los usos de sus dispositivos y optimizan sus funciones con componentes reemplazables, sugiere Fabián Sanabria.
 
Fuente: http://bit.ly/1JGNeh5

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